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Por segundo año consecutivo, los Tigres entregarán la pelota a Tarik Skubal en un Juego 5 de ganar-o-morir de una Serie Divisional de la Liga Americana. El camino para llegar allí fue diferente a cualquier cosa que los aficionados de los Tigres hayan visto en mucho tiempo.
“Después de estar abajo 3-0, casi sentías que la temporada se acababa”, dijo Skubal después de que la victoria de los Tigres por 9-3 sobre los Marineros en el Juego 4 forzara un regreso al T-Mobile Park de Seattle. “Que nuestros peloteros lucharan y siguieran fajándose fue enorme para nosotros”.
Lo que parecía una sentencia de los Marineros en el Comerica Park la tarde del miércoles de repente dio un giro: una carrera impulsada, un cambio de lanzador, una carrera impulsada por un bateador emergente, un batazo que casi fue jonrón, un sencillo que empató el juego.
“Por alguna razón, batear es una de las cosas más contagiosas en este mundo”, comentó Dillon Dingler, cuyo doble remolcador en el quinto episodio ayudó a encender la ofensiva de tres carreras. “Fue genial ver cómo caían las fichas de dominó, ¿sabes?”.
Una vez que el primer cuadrangular de postemporada en la carrera de Riley Greene dio a los Tigres su primera ventaja desde el Juego 1 de la serie y encendió una entrada de cuatro carreras en el sexto capítulo, la última ficha del dominó cayó.
“Creemos”, dijo Greene. “Nunca estamos fuera del juego sin importar qué pase, y siempre creemos en nosotros mismos”.
Fue un resultado asombroso, opuesto a la primera mitad del partido. Mientras el mánager A.J. Hinch rotaba lanzadores – primero sacando a Casey Mize después de tres entradas, luego reemplazando a Tyler Holton con Kyle Finnegan después de tres bateadores y tres corredores en base en el cuarto episodio – el ruido más fuerte de la multitud eran los vítores de la sección de familiares de los Marineros. La fanaticada de los Tigres, que había soportado ocho derrotas consecutivas en casa desde el 7 de septiembre, recurrió a los abucheos.
Hinch recurrió a todas sus cartas del bullpen para intentar mantener a los Tigres en el juego. Esta vez no fue para tratar de darle la pelota a Will Vest al final. Fue para darle la bola a Skubal el viernes.
“La mejor oportunidad para nosotros no solo de mantener este juego cerrado, sino de ganarlo”, dijo Hinch, “era continuar poniéndoles diferentes lanzadores. Ha sido una estrategia exitosa para nosotros. Casey definitivamente podría haber salido [para el cuarto inning], pero cuando el juego nos llevó a Josh Naylor [el primera base de los Marineros] y teníamos a todo el bullpen… era todos manos a la obra. Así que la forma agresiva de llevar el bullpen fue para intentar que vieran a muchos pitchers diferentes”.
Los movimientos de Hinch también compraron tiempo para que sus bateadores despertaran. Les tomó un tiempo.
Una vez que Cal Raleigh conectó un sencillo para impulsar al cubano Randy Arozarena para que los Marineros tomaran ventaja de 3-0 en el quinto acto, ni siquiera el cántico “Mr. Brightside” entre innings pudo animar a los aficionados de los Tigres.
“Hemos sido un buen club ofensivo durante la mayor parte de la temporada”, recordó Hinch, “pero debido a cómo terminamos y algunas de las sequías en septiembre, simplemente te engaña para que creas que no somos un club ofensivo, y realmente lo somos. No ponemos esos números en la pizarra por accidente.
“Así que necesitas algo de confianza, necesitas un pequeño impulso. Necesitas varios buenos turnos al bate juntos. Hablamos de eso antes del juego, que necesitas que sucedan una, dos y tres cosas buenas seguidas”.
El sencillo de Spencer Torkelson abriendo la parte baja del quinto episodio fue una.
El doble de Dingler con un out entre el izquierdo y el central fue otra.
Y podría decirse que el mánager de los Marineros, Dan Wilson, proporcionó la tercera al sacar al abridor Bryce Miller.
“Pudieron embasar a un par de muchachos”, dijo Wilson. “Simplemente sentí que era el momento adecuado para traer al zurdo Gabe Speier y estar listo para el grupo de zurdos que venía”.
Ese grupo cambió rápidamente. Jahmai Jones bateó de emergente por Parker Meadows y conectó el primer lanzamiento que vio por la línea del jardín izquierdo para otro doble remolcador.
El boricua Javier Báez por poco batea un jonrón para tomar la ventaja por la línea del jardín izquierdo, dejando al coach de tercera base Joey Cora golpeándose la cabeza mientras la pelota se desviaba de foul. En su lugar, Báez se conformó con un hit por el medio y un partido empatado.
Speier se quedó para retirar a Kerry Carpenter, el bateador que Wilson quería neutralizar, y luego a Colt Keith para mantener el partido empatado. Pero cuando se quedó para el sexto acto para enfrentar a Greene, dejó un slider colgado en 1-0 que Greene destrozó. El vuelacercas, proyectado por Statcast en 454 pies, fue el segundo más largo de su carrera.
“Realmente no me importó qué tan lejos fue la pelota”, aseguró Greene. “Fue un jonrón, y pusimos otra carrera en la pizarra, así que eso fue lo único que importó”.
También se pudo escuchar en el centro de la ciudad.
“Vi el swing. Lo escuché”, apuntó Skubal. “Gran swing. Ese es el pelotero que él es”.
Para cuando Báez conectó su cuadrangular cinco bateadores después, culminando un inning de cuatro rayitas, los últimos ritos para los Tigres se habían convertido en una celebración. El novato Troy Melton siguió a Finnegan y entregó tres entradas sin carreras con tres ponches con tres días de descanso después de su apertura en el Juego 1 para adjudicarse la victoria.
La crónica del juego / Video MLB
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