Año No. 18
Edición No. 4.881

DIRECTOR Hugo Illera
EDITOR GENERAL Fabián Buendía
EDITOR DIGITAL Lizeth Torres

Desde Barranquilla, el deporte en un click

El primer diario deportivo de la Costa Caribe

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Lizeth Torres

Pelotas y Letras | Por Hugo Illera | Colombia y su partido más discreto

La ciudad se ha silenciado. La música y los gritos que salían de toda parte ya no se escuchan. Los televisores y los equipos de sonido han sido apagados. El silencio es conmovedor, pues la bullaranga se prendió desde temprano.

Colombia ha caído con Argentina en la final de Copa América en Miami. La misma selección nuestra que nos deleitó en los cinco partidos anteriores, la que ganó el Grupo D por encima de Brasil, Paraguay y Costa Rica, la que eliminó en cuartos a Panamá y en semifinal a Uruguay.

Con todos los honores el mundo del fútbol le dio el título del mejor equipo del torneo. Pues bien, ese gran equipo, el del juego por el juego, el de los pases gol y gol, se quedó en Glendale donde jugó el partido de semifinal ante los uruguayos.

De verdad que esta Colombia de Néstor Lorenzo jugó, en partido que definía un título y ante Argentina el equipo campeón mundial, su partido más discreto de la Copa y cuidado de todo el proceso.

Colombia hizo un primer tiempo aceptable y lo continuó haciendo en el segundo hasta cuando Messi tuvo que salir por lesión. Extrañamente, a partir de ese momento, mientas Lionel lloraba en el banco y la televisión mostraba su tobillo hinchado, Argentina se montó en el juego. Entonces vimos a una Colombia extraña, disminuida.

Es que James Rodríguez, Lucho Díaz y John Arias se fueron borrando. John Córdoba, también. Ese circuito ofensivo que fue el suceso en el transcurso del torneo, no estuvo, no pesó.

La Colombia nuestra pareció coja. La ausencia de Daniel Muñoz por suspensión y el regreso de Santiago Arias se sintió. Jefferson Lerma y Richard Ríos solucionando problemas, Johan Mojica despistado en muchas situaciones, Davinson y Cuesta aguantando el chaparrón y un Camilo Vargas grande, tal vez el mejor.

Los recambios de jugadores, nos dio a entender que algo no estaba bien en el tema del desgaste físico.

Es que se fueron del juego jugadores que habían tenido peso específico en cada juego. James, Lucho, John Arias, Córdoba, Ríos y Lerma. Tampoco estuvo Muñoz. 7 de los  11 titulares. El equipo se disminuyó.

Y cuando ya se jugaba al alargue, los nuestros volvieron a pelear el partido, a los empujones, al botín fuerte en un mano a mano ríspido con los argentinos. Cada vez que eso pasa, que en lugar de jugar al fútbol nos dedicamos a los roces individuales recordando rifi rafes anteriores, hemos caído. Y volvió a pasar.

Colombia apostó a ganar el juego. Con los titulares y con los recambios hasta el minuto final. Volvimos a olvidar aquello de si no puedes ganar, empata. Pero el equipo se individualizó y cada quien quería hacer el gol hasta cuando Lautaro Martínez nos devolvió a la realidad. Adiós tiros penaltis que, con cada pérdida de tiempo de los argentinos deteniendo el juego con la complacencia de Raphael Clauss, entendimos que ellos le apostaban a eso por la confianza que tienen en el arquero Martínez.

Lorenzo apostó a ganar el título con equipo de recambio o suplente. Santiago Arias, Kevin Castaño, Rafael Santos Borré, Juan Fernando Quintero, Miguel Borja y Jorge Carrascal ingresaron para el remate pero, igual que con los titulares, no pesaron, no fueron revulsivo, no aquietaron a la Argentina que ya mandaba rumbo al título. Al que más recuerdo es a Borja por la pelea constante con los defensores argentinos. Y Castaño perdió una pelota, sin reacción, y de esa pérdida llegó el gol de Lautaro que fue acompañado en su carrera por Cuesta sin que, este, decidiera hacer una falta “técnica” y cambiar una tarjeta por una situación de gol inminente. Viveza que le llamamos.

Como cuando Luisito Suárez metió la mano debajo del arco en el partido de cuartos ante Ghana, en el Mundial de Fútbol de Suráfrica, a la usanza de un arquero, y detuvo la pelota de gol. Mano, penal, tarjeta roja pero, la pena máxima había que patearla. Y la pateó Asamoah Gyan y Fernando Muslera tapó el lanzamiento. ¡Era el minuto 120 del alargue! y Suárez estaba conscientemente en el juego y por ello reaccionó rápido. Después en los lanzamientos de penaltis, Uruguay ganó a Ghana 4-2 con el último lanzamiento memorable del “Loco” Abreu a lo Panenka y pasó a semifinales. Es jugar vivo, dicen los panameños. Había 84.017 aficionados de todo el mundo en el Soccer City de Johannesburgo. I was there.


Y no es que esto sea el fútbol, así de simple. Pues, en el fútbol, como en la vida, todo tiene una explicación. Jugamos el partido más discreto de la Copa cuando debió ser el mejor. Es que era la final…

Barranquilla
Domingo 14 de julio, 2024

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