Estoy en las gradas del Estadio Luhznikí certificando, una vez más que el fútbol es un estado de ánimo. Mientras unos ríen otros lloran. Mientras unos hablan a gritos otros se han quedado mirando lejos. Acabamos de ver a Francia ganando la Copa del Mundo de la FIFA.
Un equipo que controla sus emociones, que hace la justa, que no se desgasta y que sabe jugar al fútbol. Que hipnotiza con su juego lento y desenfadado para luego acelerar a rápida velocidad buscando a Griezmann, Mbappé y Giroud para ganar los juegos.
Lo de Croacia, para seguir hablando de los estados de ánimo, fue épico. Por su nivel sorpresivo, por su entrega física y fútbol denodado capitaneado por Modric. Desde sus partidos de grupo Croacia mostró que era un equipo interesante en la elaboración del fútbol, con marca, rapidez y gol. Francia no.
La Francia en su grupo clasificó primera con lo justo. Con un juego lento, apaciguado y pensante terminó primera cuando ya hablábamos de lo frío de su juego, de ser un equipo liviano que no había mostrado aún el peso específico para jugar la final del torneo.
Ese peso específico lo mostró con creces derribando y eliminando a Argentina, Uruguay y Bélgica consecutivamente y haber ganado además, a dos de los cuatro semifinalistas del torneo (Croacia y Bélgica) le reconoce, con suficientes méritos, un título que ganó jugando su mejor partido con su forma y manera de desarrollar el fútbol.
El juego fue favorable a Croacia en el primer tiempo sin profundidad en su ataque. Inexplicablemente manejó más el juego sin remates importantes a puerta y el tiempo se le fue yendo.
Extrañamente arrancó frío el segundo tiempo como si el gol de penal de Griezmann, casi al terminar la primera parte, les hubiera pesado y Francia le quitó el balón, se montó en el juego, y marcó el gol de Pogbá con el que se ponía 3-1. En esa hora de juego (45+15) esa anotación sentenciaba el partido con una diferencia de goles que me pareció larga. El juego terminó con el regalo a Lloris a Mandzukic. Después fue más disputado, peleado y a ratos ríspido.
Y algo claro. Croacia no perdió por cansancio. Tal vez por cansancio mental, que no físico. Esta vez encontró frente a sí al mejor equipo que fue creciendo con el correr del Mundial y le jugó con inteligencia o con el trabajo de Kanté acosando a Modric obligándolo a jugar muy atrás lejos de su zona de influencia.
Confieso que he vivido este mundial como ningún otro. El fútbol (y esta es una alerta para Colombia) ya no se está montando para “no perder”, sino para ganar.
Aquí se ha despedido a una generación de jugadores maravillosos pero ha llegado otra que, con seguridad, les superará en el futuro cercano.
Aquí se mostraron técnicos inquietos con ideas que hacen mejor al fútbol. Martínez, Southgate y Dalic y otro que se ha reinventado como Deschamps que demostró que, si bien el fútbol se juega con los pies, es producto de la inteligencia y del manejo de los estados emocionales.
Fue demasiado evidente que se fueron las selecciones y los jugadores más encopetados pero no el fútbol. El fútbol permaneció. Y un fútbol diferente al de los que se fueron. Un fútbol para jugar, para divertirse con la parte lúdica del mismo.
La presencia del polémico VAR demostró que es un aporte valiosísimo a las simulaciones, a las agresiones, a los pénales no pitados y a los pitados sin que lo fueran.
No hubo expulsados por agresión, hubo pocas tarjetas amarillas (promedio de 3.5 por juego) y sólo cuatro expulsados por situaciones de juego y no por violencia.
Hace cuatro años veía a Putin abrazado con Blatter en el palco de FIFA en la final del Maracaná. Tomé una foto y la guardé. Comenté que esa exposición política le iba a costar mucho al ente mundial. Es que la guerra en Ucrania, producto de la invasión rusa a la zona de Crimea, y el apoyo al presidente de Siria ya generaba disputas diplomáticas muy fuertes con declaraciones de los jefes de estado. Después sobrevino el FIFA Gate y los cimientos del fútbol se estremecieron pero resistieron.
Al despedirme de Anastasya, mi maravillosa guía en este mundial, le digo que espero que Dios y la vida me permitan volver a verla. Ella sonríe mientras, a mí, la nostalgia me invade. La banderita de Croacia que pintó en sus mejillas se desvanece con la lluvia como este mundial que termina o como la vida con sus estados de ánimo…
Moscú
Junio 15, 2018
…mientras llueve.