Lo conocí en sus homilías en Buenos Aires. No era el Papa Francisco, sino Jorge Bergoglio, el cura de los pobres, necio como ninguno. El que tenía un sólo vestido entero y un sólo par de zapatos negros. El padre y, después, el Arzobispo Bergoglio, el mismo que andaba en el carrito de San Fernando, unas veces a pie y otras caminando, o montado en el Subte de Buenos Aires.
A su sastre, don Vicente Perrone, le mandaba a arreglar su traje entero o hacer uno nuevo con dos pantalones iguales.
A sus zapateros de la familia Muglia, el abuelo José, el papá Juan Carlos, y el hijo Juan José, les hacía remontar sus zapatos negros o hacer unos nuevos cuando ya no daban para más. Zapatos mocasines escolares de esos que, los argentinos, llaman canadienses.
Ese vestido y esos zapatos de cura pobre, que siempre llevó en su andar ajetreado por las calles, villas e iglesias, con seguridad los llevaría debajo de los atuendos religiosos cuando lo acomodaron en el cajón donde reposa su cuerpo eternamente.
Nacido en el Bajo Flores del gran Buenos Aires, amante del fútbol y el baloncesto, hincha de San Lorenzo de Almagro, el equipo de su barrio donde jugó el “Caimán” Sánchez cuando él tenía 11 años, obstinado y terco por naturaleza, protector de los pobres con sinceridad y sin dobleces, ese Padre, ese Bergoglio, ese Arzobispo, ese Papa, va camino al encuentro con Dios dejando una estela de cambios y realizaciones sorpresivos en la Iglesia Católica que han impactado gratamente al mundo.
Ese Papa, sobreviviente de la dictadura militar argentina, ayudador y salvador de muchos en ese tiempo de mano negra, puso en evidencia, por fin, los desaguisados de su propia iglesia hasta llegar a pedir perdón por tanta ignominia como el abuso infantil.
Jorge Bergoglio acercó al clero a los pobres, expuso a la vergüenza a los pederastas y desviados y su pastoral se llenó de credibilidad y sentido humano.
Contra sus oponentes, contra la hipocresía de los sepulcros blanqueados, hizo la asepsia que la misma iglesia, no la de los claustros, sino la de los católicos de parroquias y calles, pedían.
Ese mismo Papa, con los mismos zapatos negros, con la misma humildad y sinceridad, va rumbo a la eternidad con el llanto de la incontable masa de católicos, con la presencia de los lideres del mundo, con la tranquilidad del deber cumplido y, tal vez, con la preocupación que, su sucesor, no retroceda en el trabajo de seguir limpiando y fortaleciendo a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Caminando va Francisco a la eternidad, el Papa de los zapatos viejos…
Sepelio del Papa Francisco
Barranquilla
Domingo 27 de abril, 2025
…en la madrugada


- Abr 27, 2025
- Hugo Illera
Pelotas y Letras | Por Hugo Illera | El Papa de los zapatos viejos
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