Mientras miro al mundo divertirse, en estos días maravillosos de Navidad y Año Nuevo, me he puesto a pensar cuánta descarga emocional está dejando el ser humano a la playa, a la brisa, al mar.
Lo digo porque, hace cinco o seis minutos, una pareja discute frente a nosotros. Han subido la voz y gesticulan con los brazos.
No se han dado cuenta que, a su alrededor, danza la felicidad, los problemas aplazados, los niños corren sin preocupación, los abuelos caminan al borde de la playa y el mar y hay risas por doquier.
Alguna vez me preguntaron que cómo deseaba que fuera mi vida. Respondí como si todos los días fueran de diciembre. Los que estaban a mi alrededor rieron.
Diciembre es un mes muy especial. Todo se detiene, todo se aplaza, el humor cambia como si la brisa se llevara las preocupaciones, el sol brilla más, comienzan a aparecer los propósitos para el “año entrante” sin percibir, incluso, que ese año venidero está, ahí no más, a la vuelta de la esquina.
Me he acostumbrado, con el correr de los años, a sentir que, ni siquiera en este mes, Fuad Char deja de pensar en el Junior de Barranquilla.
Este mes de diciembre ha sido de llamadas, negocios con agentes de jugadores y equipos, acuerdos de contratos, reuniones con el técnico y la parte administrativa del club para ultimar detalles, para aprobar o desaprobar.
Hay negocios que se aprueban y salen bien. Hay otros que se dan como hechos y después se caen. Hay jugadores que valen cifras accesibles y cuando Fuad Char pregunta por ellos en los ojos se les dibuja el signo pesos de Rico McPato y entonces valen millones y millones.
Y hasta carretas y peticiones ilimitadas incluyen también. Dicen sí y después llaman para decir que los quieren en Arabia, en la luna y en Júpiter pretendiendo sacar más dinero. Es difícil el tema.
Es claro que esta vez, Fuad está tratando de darle un vuelco a esos negocios. Es que no hay afecto.
Que los jugadores pidan y Junior acepte me parece bien. Nunca he criticado si ganan uno o dos o millones. Pero siempre he dicho que, por lo menos, sientan afecto por los jugosos contratos que firman y retribuyan ese monto en el terreno de juego. Así de simple.
Mientras estoy reunido en familia, y veo a los nietos correr, jugar y hacer castillos de arena, he recordado a Fuad que, pudiendo estar con su familia en estas fiestas, sin pensar en otra cosa, debe dividir el tiempo entre ellos y el Junior.
Junior no es ocupación de un día, o de una temporada. Junior es una labor diaria, los 365 días incluyendo bisiestos, las 24 horas. Sin descanso…
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Les deseo las tres expresiones que usaban mis abuelos maternos en cada final de año: dicha, ventura y prosperidad. Los abrazo.
Barranquilla
Miércoles 28 de diciembre, 2022