El juego de las carreras y el apuro, de los pelotazos en lugar de jugar al fútbol, fueron desapareciendo al jugador habilidoso, que comenzó con la eutanasia de los entrenadores al volante 10, y continuó con la ausencia de los pateadores excelsos.
Recuerdo que, en los viejos entrenamientos que cubría en mi época de reportero, había simulaciones de hombres en barrera de metal para patear tiros libres, paredes con cuadrados y diferentes números para adquirir la habilidad de dirigir el balón donde se quisiera, se practicaban los tiros de esquina a favor y en contra y los arqueros salían exhaustos del exigente entrenamiento diario.
Entrenamiento que era doble a mañana y tarde y a veces por la noche. Se entrenaba tanto que lo entrenado se convertía en costumbre. No era algo para después del entrenamiento y para el que así lo quisiera, como ahora. No, era parte de ese entrenamiento. Era obligatorio.
La desaparición del jugador habilidoso por el corredor de 100 metros planos, con la presión alta al contrario, ha traído como consecuencia la ausencia de esos pateadores excelsos y de esos jugadores maravillosos que tantas emociones llevaban a la tribuna.
En el Romelio y en el Metro logramos ver a Quarentinha y a Víctor Ephanor, a Marquinho y a Giovanni Hernández para mencionar cuatro de los muchos que vimos.
En la Liga nuestra ya no hay expertos pateadores de tiros penaltis y los de tiros libres y media distancia ya no existen. Los penaltis, por ejemplo, no son ni lotería, ni ruleta. Es una lucha de habilidades entre el arquero y el pateador, una lucha mental entre ambos y del conocimiento que pueda tener el uno del otro. De sus virtudes y sus defectos. Si fueran una lotería, se le taparían los ojos a ambos y se lanzaría el penal así. Pero eso, no existe.
Las nóminas de los equipos son heterogéneas. Ningún jugador de parece a otro, luego debe haber especialistas que unan sus condiciones y habilidades en beneficio de un todo.
En los deportes hay especialistas. Jugadores con mayor o menor habilidades que otros. Luego, para poder equilibrarlos, hay que entrenar y entrenar, practicar y practicar, hasta que se vuelva costumbre.
Que el pateador de penaltis, por ejemplo, sepa lo que va a hacer al caminar rumbo al punto penal hasta pararse frente al arquero. Y que deba hacerlo con la suficiente información sobre ese arquero.
Es que, me da la impresión, en el caso de los pateadores últimos del Junior, que caminan como al patíbulo, a que sea lo que Dios quiera, y Dios anda ocupado con las guerras como para estar pendiente de un penalti.
El fútbol, que copia al baloncesto y al fútbol americano, debiera tener expertos para trabajar defensa y ataque como se hace con los arqueros pero también entrenadores de pateadores como en la NFL.
El fútbol del Junior de hoy, por ejemplo, adolece de un pateador de tiros libres como el arquero Viera, de un lateral goleador como Hayder, de un zaguero central goleador de cabeza como Bauza, de volantes de marca rematadores de media distancia y cobradores de penaltis como Pardo, Maldonado y Galván, y de goleadores de raza como Rada, Valenciano, Converti, Arzuaga, Borja, Niche, Montecinos, Bacca o Teófilo en su momento para recordar algunos.
Y en medio de ellos jugadores que derramaban arte creando fútbol como el Pibe, o Pacheco, o MacKenzie, o Babington y, más atrás, Dida, Ayrton, Quarentinha o Paulo César Lima.
Particularmente extraño esos goles de esos pateadores, de esos cabeceadores, de esos rematadores, de la sutileza, confiabilidad y certeza que tenían para hacerlo. O de la fuerza al patear como de Rada y Valenciano que era o gol o nocaut a quién se atrevía meterle la cabeza para rechazar.
Que goles esos llenos de arte, bendito Dios. Evidentemente algo va del fútbol correlón y apurado del Junior de hoy, a aquellos que deleitaban con su juego cadencioso y con jugadores que extasiaban a la tribuna.
Lástima que no podemos pedirle al tiempo que vuelva…
Barranquilla
Octubre 16, 2025
- Oct 16, 2025
- Hugo Illera
Pelotas y Letras | Por Hugo Illera | Junior, aquellos pateadores geniales
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