Pelotas y Letras | Por Hugo Illera | La Decepción Colombia

Como un castillo de naipes, nuestra Selección Colombia se ha derrumbado. Pero su caída se parece más a la de una pirámide de copas, que se llenaba con Champagne, hasta la final de la Copa América.

Del fino cristal de Baccarat y el Champagne Dom Perignon hemos pasado a un sabor a vinagre y a una crisis que tendrá tantas aristas como añicos del fino cristal que se ha roto.

El fútbol bien jugado, con goles a favor y pocos en contra, ese colectivo de buen sabor, que nos hizo recordar nuestros mejores tiempos, que despertó los mejores comentarios y las mejores ilusiones, quedó atrás en un abrir y cerrar de ojos, en cinco partidos del Clasificatorio, en los que sólo ha podido sumar 2 puntos de 15 posibles ubicándose en la incómoda 6ª posición que es, nada menos, que la frontera entre clasificar o jugar un repechaje para clasificar al Mundial de USA o quién sabe.

Esa alineación casi fija de Vargas; Muñoz, Davinson, Lucumí, Mojica; Ríos, Lerma; Arias, James, Luchito y Santos Borre, la de ese fútbol agradable a la retina y llena de resultados positivos, de esos que sumaban puntos como por encanto, ha quedado reducida a un amasijo a lo Frankenstein con jugadores que se ven grandes en sus equipos y pequeñitos en la selección que es poco probable que encontremos una razón absoluta.

El entrenador Lorenzo, de igual manera, se fue disminuyendo en e transcurso de los cinco partidos en mención. Del talante que recordamos, de su forma y manera de plantear los juegos, de su sindéresis para contestar y explicar los interrogantes en las ruedas de periodistas ha pasado a un señor angustiado, sudoroso, que duda en las alineaciones, y en las modificaciones en medio de los partidos, que ya no atina ni en las unas, ni en las otras.

Respeta a vacas sagradas que están rindiendo poco, confía en jugadores de poco recorrido, acepta cuando uno de los referentes le hace señas que no lo saque cuando es una decisión absoluta de él. Todo lo anterior para que el público, incluido hinchas, periodistas y dirigentes, señalemos que se le salió el equipo de las manos.

El partido 0x0 ante Perú, la misma selección que nos había dejado por fuera del mundial en el Clasificatorio pasado, nos hizo volver a pasar ese trago amargo de un fútbol enredado, angustiado, sin el mejor atisbo de colectividad, sin automatismos, sin la generación de juego y recuperación del balón entre todos, y sí de mucha acción individualizada tratando, cada quien por su lado, de solucionar semejante esperpento.

Para más, la ausencia de Luchito Díaz por suspensión hizo ver, notar y sentir que es el mejor jugador colombiano de hoy, que hace falta un montón, que con él la selección es una cosa y sin él otra.

¡Dios de la Vida! nadie le podrá aceptar a Lorenzo y a los jugadores que, en el partido que podía darnos ya y por todas la clasificación, no se haya podido hacer un solo remate directo a puerta. Cero remates a puerta por 15 desviados es el fiel reflejo de la angustia, del cójanlo que allá va, de la ausencia de empatía con un planteamiento sin existencia y la falta de alguien que pudiera hacerse cargo, pensando antes de hacer, organizando los ataques nuestros y contra restando los de los peruanos. Todo fue a la topa tolondra, un sufrimiento que comenzaba allí en la cancha, pasaba por el cuerpo técnico, a las gradas repletas de camisetas amarillas y hasta el último rincón de Colombia.

Les puedo asegurar que el desencanto dirigencial es total. Se ha venido manejando con calma para no precipitarse en la crisis. Al señor Lorenzo y a este proceso se le ha dado todo y más. La inversión es altísima. La más alta en la historia de nuestras selecciones de mayores para salir, ahora,  con patas banco.

Restan 9 puntos por disputar. Venezuela , con el triunfo sobre Bolivia, se ha puesto con 18 puntos y nosotros con 21 al igual que Uruguay. Sería decepcionante que pasara lo que nadie quiere que pase pero, lo único cierto es que, mientras Colombia y Uruguay han perdido puntos y puntos, Venezuela los ha sumado. Peligro inminente puesto que los tres últimos partidos son ante Argentina en Buenos Aires, Bolivia en Barranquilla y Venezuela en Maturín. La misma Venezuela que nos acosa. Dos juegos por fuera y uno en casa.

Y ahora, la decisión que deben estar analizando los dirigentes. ¿Se cambia a Lorenzo ya y no se espera más o se le da la “confianza” de seguir?

Es un cara y sello. He ahí la cuestión…

PD
Lo de “decepción” Colombia lo tomé de una reacción que leyó uno de nuestros periodistas en las redes. Presento excusas a quién lo publicó por no precisar su nombre. 

Barranquilla
Junio 6, 2024
Colombia 0 x Perú 0

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