LeBron James le ha brindado al mundo deportivo otro de sus logros maravillosos: ser el más grande encestador de puntos en el baloncesto de los Estados Unidos NBA.
LeBron es uno de los múltiples espejos en que nuestros deportistas debieran mirarse pues, a par de ganar mucho dinero y ser considerado el primer atleta multi millonario del deporte, ha continuado con su cuidado, preparación y rendimiento para atesorar, también, títulos y campeonatos para seguir siendo, como es, el mejor jugador de baloncesto de la historia.
Que no solo es el dinero sino la gloria, como lo hacen Messi o Cristiano en el fútbol, o como lo hicieron Edgar Rentería y Alex Rodríguez en el béisbol, o Usain Bolt en el atletismo, o Canelo Álvarez y Fidel Bassa en el boxeo, o Roger Federer y Rafa Nadal en el tenis, o Tom Brady en la NFL.
El mismo Rey Pelé que hace poco viajó a la eternidad o el Pibe Valderrama el más grande de nuestro fútbol.
Que ganar dinero es el propósito de una vida dedicada al deporte, es cierto. Pero, después del dinero, están la gloria, los récords, los títulos.
En nuestro medio, y más concretamente en el fútbol, los futbolistas nuestros lo olvidan. Firman su mejor contrato y entonces el fútbol pasa a segundo plano. El propósito es el dinero (como todos) pero no como único logro. Anteponen el dinero como meta y se olvidan de la gloria.
El dinero de los contratos deben ir acompañado de rendimiento, de comportamiento ideal, de buena preparación, de títulos, de campeonatos, de la gloria de ser un jugador Top, productivo y amado por el gran público.
He visto llorar, en esta madrugada de miércoles, a LeBron James rodeado por su familia en el estadio de los Lakers después de haber anotado su punto 38.388 en la NBA, superando los 38.387 de Kareem Abdul-Jabbar desde hacía 40 años.
He visto a Kareem entregándole un balón como símbolo de ser el nuevo mejor anotador de todos los tiempos. Kareem con risa de felicidad, Lebron con llanto de la misma felicidad y con un estadio enloquecido por lo que acababan de presenciar.
Que no fueron lágrimas de dinero que lo tiene a montones, que no fueron lágrimas con ojos de Rico McPato, que fueron lágrimas de gloria. De tocar el cielo de la NBA con las manos.
El dinero sí, pero la gloria también, y el orgullo de ser el mejor. De ser un general de todos los soles.
Que el dinero sirve para las cosas materiales, pero la gloria sirve para alimentar el alma y perpetuarse por siempre en el corazón de los aficionados…
Barranquilla
Madrugada del miércoles 8 de febrero, 2023