Messi ríe y el mundo está riendo con él. Esta vez no llora, como en las finales frustradas de Copa América en Chile y en USA. Lo veo caminar por el terreno de juego, como errante, sin rumbo fijo. Extrañamente está solo. Montiel acaba de anotar el último lanzamiento para que Argentina gane el Mundial de Catar 2022 y Messi no llora, ríe, levanta los dos brazos a la tribuna, está como en éxtasis.
Ahora no camina, flota el mejor jugador del orbe, es como si la cancha del Estadio Lusail de Catar fuera una gigantesca nube verde, está en shock. Es un Deja Vú de los mil sueños que tuvo levantando la copa del mundo, de la presión que le pusieron a diario, de la manera despectiva como le enrostraron que no había ganado un mundial, que no podía ser el mejor de la historia sin importar haberlo ganado todo.
Veo la tribuna. Los franceses en silencio, los argentinos con el alboroto acostumbrado. Y Messi allá arriba, en el Olimpo, sentándose a manteles con Pelé y con Maradona. Que ya no cabe duda alguna que, en esos 1,69 metros de estatura, sí cabe tanto talento, tanta habilidad, tanta inteligencia, tanta sindéresis.
Argentina campeón del mundo en un partido que difícilmente se borrará. Que comenzó ganando con penal de Messi, que amplió con gol de Di María yéndose 2×0 arriba al terminar el primer tiempo.
Argentina posesión, dominio, montada en el partido. Francia sin encontrar la vuelta al juego, sorprendida y pasiva.
La tranquilidad de Argentina era, sin percatarnos, el anuncio de la tormenta. Penal anotado por Mbappe 2×1 a 10 minutos del final, otro gol de Mbappe 2×2 a 9 minutos de terminar el partido igualando Francia un juego que comenzaba a ser épico.
Segundo gol de Messi 3×2, triplete de Mbappe 3×3, casi único, como el del inglés Geoffrey Hurst en la final de 1966, su hermano Ethan salta y llora en la tribuna, él grita a todo pulmón, sin control, antes que sus compañeros le caigan encima.
Locura, el partido en otra faceta. Es la lucha uno a uno, es el pulso Messi-Mbappe, es la apuesta Dibu Martínez-Lloris. En el vamos Argentina todavía de los argentinos en la tribuna y el allons France allons de riposta de los franceses.
Después en catarata los pénales. Mbappe gol, Messi gol, Coman y tapó Dibu, Dybala gol, Tchouaméni y por fuera, Paredes gol, Kolo Muani gol y Montiel, sí, aquel de River y hoy en el Sevilla, gol y campeón del mundo.
Macron, el presidente de Francia triste, mira al horizonte cercano, el jeque Tamim bin Hamad Al Thani lo observa y respeta su silencio y su dolor. Alberto Fernández, el presidente de los argentinos, no está, no fue a la final por temor a ser calificado como mufa por un país que sólo le da el 11% de aceptación.
Se apagan las luces del Lusail Stadium y reina la penumbra, los argentinos ni se van, ni se silencian, ahora prenden las luces de sus celulares, ahora Infantino le va a entregar la Copa del Mundo a Messi, ahora el Jeque le pone la misma vestimenta que tiene puesta a Messi, ahora Messi camina hacia sus compañeros con la Copa soñada, vamos Argentina gritan los periodistas y narradores argentinos, y ahora Messi llega donde sus compañeros y levanta la Copa. Argentina tiembla, el mundo es feliz.
Gracias Dios. Las lágrimas corren, son de alegría, de nostalgia, de momento sublime, de hermosos recuerdos que servirán para seguir viviendo.
Y gracias Lionel, gracias Messi. Gracias por convertir las lágrimas y las tristezas en momentos de extrema felicidad. Gracias por no rendirte, gracias por esta final trepidante.
Gracias Messi, que es un soplo la vida…
Barranquilla
Diciembre 18, 2022