Por Talek Harris
AFP | Riad, Arabia Saudita
Siete meses después de su primer combate, el campeón del mundo Oleksandr Usyk y su gran rival británico Tyson Fury vuelven a verse las caras el sábado en Riad, donde el ucraniano espera prolongar su supremacía y el británico poder vengar la única derrota de su carrera.
El pasado 19 de mayo, tras un combate que estuvo a la altura de todo lo esperado, Usyk se convirtió en el primer campeón absoluto de los pesos pesados desde Lennox Lewis en 1999. El ucraniano, declarado vencedor por decisión dividida, logró unificar entonces los cuatro cinturones de la categoría.
Desde entonces Usyk ha renunciado a su título de la Federación Internacional (FIB), recuperado entre medias por el británico Daniel Dubois. En la revancha de este sábado, estarán en juego otros tres cinturones, los de la Asociación Mundial (AMB), el Consejo Mundial (CMB) y la Organización Mundial (OMB) de Boxeo.
A medida que se iba acercando este segundo combate, el hombre del bigote de Simferopl y el ‘Gypsy King’ han ido aumentando la presión, hasta el jueves, en el que tuvieron un cara a cara en el que se mantuvieron la mirada durante 11 minutos.
– «Daños» y «dolor» –
Poco hablador durante la rueda de prensa, el imprevisible británico reconoció que después de haber «hablado y bromeado» durante toda su carrera, estaba listo para el combate.
«Esta vez voy en serio. Causaré daño aquí el sábado. Voy a infligir mucho dolor», declaró.
Usyk, de 37 años, rechazó entrar en el juego de provocaciones verbales.
«Todo se jugará el sábado», dijo por su parte.
En el primer combate, Fury, de 36 años, encajó la primera derrota de su carrera. Antes de medirse a Usyk, se mantenía invicto en 35 combates, pese a una carrera de altibajos marcada por episodios de depresión y problemas de adicciones.
Su preparación para entonces fue caótica, luego de que un corte en el ojo obligase a retrasar tres meses el combate. Durante los últimos preparativos, su padre, John, asestó un cabezazo a un miembro del entorno de Usyk, y después del duelo se reveló que la mujer de Fury sufrió un aborto espontáneo en vísperas del combate.
El jueves, no se recreó demasiado ante las cámaras durante un entrenamiento público, organizado bajo palmeras en el parque de atracciones Boulevard World de Riad. Vestido con una sudadera con capucha y una cazadora de cuero, Fury paseó sobre el ring, se ató los guantes, los levantó de nuevo, y después profirió amenazas monosilábicas.
Usyk, por su parte, estuvo sonriente y exuberante, bailando y lanzando puñetazos al aire acompañado por la música de la estrella del pop ucraniana Artem Pivovarov.
Este viernes, el presidente de Ucrania, Volodomir Zelenski, le envió un mensaje.
«Todos los ucranianos estamos a tu lado. Por supuesto, Reino Unido ayuda a Ucrania en su lucha contra Rusia (…) Respetamos a nuestros socios. Así que cuando ganes a Fury, no le golpees demasiado fuerte», bromeó en un vídeo difundido por Telegram.
– 180 millones de euros –
«El primer combate es cosa del pasado», declaró el campeón olímpico 2012, añadiendo que se sentía «bien, muy cómodo en el boxeo y en el entrenamiento».
Fury, excampeón CMB, debe derrotar a Usyk el sábado si quiere olvidar la única mancha que aparece en su palmarés.
Según el pesaje del viernes, en la víspera de la pelea, Fury tiene 25 kilos más que su rival: 127 kg contra 102 kg.
Arabia Saudita, primer exportador mundial de petróleo, invierte masivamente en el deporte para mejorar su imagen, por lo que a menudo es acusado de ‘sportwashing’, es decir, utilizar el deporte para desviar la atención sobre su balance en materia de derechos humanos.
Pese a las críticas, el país se está convirtiendo en la capital incontestable del boxeo mundial, a base de golpes de talonario y de producciones dignas de Hollywood.
Para el combate del sábado, los medios de comunicación británicos informan de una bolsa de 150 millones de libras (180 millones de euros), de los que Usyk debería llevarse gran parte, al contrario de lo ocurrido en mayo, cuando Fury se embolsó según los medios el 70% de la suma.
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