Una tarde de crudo invierno mientras paseaba por la bella Buenos Aires, al ver unos jóvenes que pasaban a toda prisa a mí lado, me entere que en pocas horas jugaría el gran San Lorenzo de Almagro o “Los Cuervos “como esos muchachos se decían el uno al otro “che hoy juegan Los Cuervos” después de seguirlo me di cuenta de que se dirigían al estadio Pedro Bidegain “Nuevo Gasómetro” ubicado en el céntrico barrio de Boedo.
Al llegar a la taquilla del recinto futbolero tuve la fortuna de encontrar aún entradas disponibles, lo cual se me hizo muy raro pues los jóvenes hinchas que me llevaron hasta allí me habían dicho que el partido era contra Huracán su clásico rival, ya en el interior del estadio pude sentir la pasión con que se vivía aquel encuentro en medio de la algarabía y el bullicio que reinaba, aquella tarde de domingo en el Gasómetro se sentó a mi lado un sacerdote lo supe desde que lo vi, porque llevaba puesto un Clériman de color negro prenda que suelen usar los sacerdotes, cuando escuche hablar a aquel hombre de rostro afable al que todos llamaban cariñosamente padre Jorge, me impresiono mucho su amor por la camiseta azul y grana de su querido San Lorenzo.
Por lo cual, apelando a mi vena periodística, y a mi curiosidad por saber siempre algo más me anime a entablar conversación con el padre, me presente le dije que estaba de paso por Buenos Aires y el al oír de dónde venía me dijo con voz firme: “Vos sos paisano de Caimán Sánchez gran portero eh, yo lo vi con mi viejo en el Viejo Gasómetro “cuando termino de expresar aquello que me sorprendió aún más le pregunte ¿Cuál ha sido la mejor formación de San Lorenzo que usted ha visto? A lo cual sin vacilar respondió: “sin ninguna duda la del 46”, yo pregunte ¿por qué? el con notable alegría en su rostro y su voz muy seguramente por lo que estaba viendo y recordando aquella tarde dijo: “esa era una sinfónica del fútbol recuerdo mucho a René Pontoni un extraordinario, jugador “después de eso termínanos de observar el partido que nos había hecho coincidir en aquella cancha y cuando el árbitro con su silbato señaló el final del encuentro nos levantamos de nuestros respectivos asientos y muy cordialmente nos despedimos.
Ya de vuelta en mi Barranquilla natal, me enteré a través de la televisión que aquel cura de rostro agradable era escogido como el papa 266 de la iglesia católica un 13 de marzo de 2013, y a partir de aquel instante el mundo lo conocería con el nombre de Francisco.
Hoy cuando me entero de que a partido a la casa del señor, puedo decir que el deporte más bello del mundo ya tiene santo propio.
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