Recordamos el triunfo histórico de la selección de Guatemala que rompió todas las apuestas. El combinado nacional consiguió alzarse en 1967 con el Campeonato de Naciones de la Concacaf, denominado por entonces como Torneo Norceca, en lo que supone hasta la fecha el principal título de su palmarés.
La selección de fútbol de Guatemala logró una impresionante gesta al hacerse con el III Campeonato de Naciones de la Confederación Norteamérica, Centroamérica y el Caribe (Norceca), precursora de la Copa de Oro de la Concacaf, que actualmente se celebra cada dos años.
El campeonato Norceca de 1967 se celebró entre el 5 y el 19 de marzo en la vecina Honduras, en un formato de competición de liguilla en la que se enfrentaban todos contra todos, lo que da más mérito todavía al triunfo de la selección, que pese a contar con una destacada generación de futbolistas dio una auténtica sorpresa, de esas que revolucionan las apuestas de futbol, y ofrecen pingües beneficios a quienes son capaces de pronosticarlas.
El camino al título de Guatemala
La clasificación para el torneo jugada en Guatemala no estuvo exenta de polémicas, con la retirada de dos selecciones por conflictos económicos con la organización: El Salvador y Costa Rica.
Así, sin salvadoreños ni ticos empezó a dirimirse los países que estarían en la cita de Honduras, destacando el desempeño del combinado nacional dirigido por el uruguayo Rubén Amorín en esta fase clasificatoria, donde abrochó su presencia en el campeonato de 1967 con sendos triunfos ante Panamá y Nicaragua en el Estadio Mateo Flores de Ciudad de Guatemala.
La selección guatemalteca inició su andadura en el torneo Norceca frente a Haití, que consiguió adelantarse en el marcador e irse al descanso con ventaja. El inicio no parecía excesivamente prometedor, pero los guatemaltecos consiguieron darle la vuelta al resultado con dos tantos en pocos minutos de Hugo ‘Tin Tan’ Peña y Manuel Recinos, que hizo honor a su apelativo de la ‘escopeta’.
El siguiente partido de la liguilla de todos contra todos entrañaba un auténtico reto, ya que los chapines se enfrentaban nada menos que a la todopoderosa México, con la que a la postre se disputaría el campeonato.
El duelo fue muy igualado, y el 0-0 de partida solo se rompió en el minuto 83, cuando de nuevo la escopeta de Manuel Recinos disparó tras un pase magistral de Rolando Valdez, para marcar el gol que serviría para sellar el resultado del encuentro.
El siguiente partido suponía un desafío mayor si cabe, dado que Guatemala se enfrentaba a la anfitriona Honduras, en una época en la que no hay que olvidar que estos condicionantes pesaban mucho más que ahora. De hecho, hubo polémica en el partido por un gol anulado a favor de la selección. Pese a ello, al menos se pudo salvar el empate, con lo que las aspiraciones de los guatemaltecos en el torneo quedaban intactas.
El choque posterior contra los caribeños de Trinidad y Tobago se saldó con un nuevo triunfo de nuestro combinado nacional, con un contundente 2-0, del que fueron artífices el recientemente finado Jorge Roldán y Eduardo de León, quienes con sus goles dejaron a Guatemala acariciando el título, cuando solo quedaba una jornada por disputarse.
El partido decisivo contra Nicaragua
En un Estadio Nacional de Tegucigalpa repleto hasta la bandera, tuvo lugar el que quizás haya sido el partido más importante de la historia del fútbol guatemalteco, disputado contra Nicaragua, el rival que había deparado el sorteo para este último encuentro de la liguilla, aunque con la selección que se dirimía el título era la mexicana, la cual llegaba a esta última fecha del 19 de marzo de 1967 a tan solo un punto por detrás, esperando el pinchazo de los guatemaltecos.
Sin embargo, la selección no falló y venció con holgura por 2-0, con sendos tantos de Peña y Manuel Recinos, quien fue la auténtica estrella de los chapines en el torneo. De este modo, el combinado nacional consiguió hacerse con el campeonato de la Concacaf de 1967, que sería el equivalente a la actual Copa de Oro, en lo que hasta la fecha supone el mayor hito jamás alcanzado por la selección.
Buena prueba de lo que supuso para el país, fue el multitudinario recibimiento que tuvo el equipo, que fue felicitado por el presidente Julio César Méndez a pie de la pista en el Aeropuerto Internacional La Aurora, donde se reunieron 400.000 guatemaltecos exultantes, una cifra descomunal teniendo en cuanta que la población total del país en 1967 era de poco más de 5 millones de personas, y que tampoco existían las facilidades de desplazamiento que hay en la actualidad.
Todo ello acredita la magnitud del logro conseguido por la selección, y lo que representó para la nación, que en las más de cinco décadas transcurridas desde entonces no ha tenido la ocasión de celebrar un título similar o equivalente, aunque sí una meritoria Copa Centroamericana en 2002, la extinta UCAF, que además era un torneo clasificatorio para la Copa de Oro General de la Concacaf.