Por HUGO ILLERA
No se necesita ser adivino para saber que va a pasar con Arturo Reyes en el Junior de Barranquilla: en las próximas horas saldrá de su cargo de entrenador. Es lo que se acostumbra en la institución tiburona.
En Junior la culpabilidad del entrenador está implícita al posesionarse en ese cargo que se ha convertido en una verdadera papa caliente. Los jugadores no se tocan.
Existe la idea, y el convencimiento, que la ronda de sucesión de técnicos previsibles se romperá.
Antes que el Junior descendiera a los dinteles del infierno, instalándose en el último lugar de la tabla, ya se había socializado, en el grupo de los dueños del club, el tema de buscar en el exterior y no seguir insistiendo con los técnicos internos.
Las razones de la salida de Reyes no necesitan ser demostradas porque se han vivido y empeorado a medida que pasaron los partidos.
No es sorpresa. Nunca salen 30 jugadores al mismo tiempo. Un técnico y su cuerpo técnico sí.
Junior y el Barranquilla FC son coleros de la Primera A y Primera B. Eso no es nada grato, difícilmente los dueños de ambos clubes podrán pasar eso por alto.
Vendrá un técnico del exterior. O de Argentina o de Uruguay. Y los jugadores seguirán estando sin importarles si ganan, empatan o pierden, si juegan o no juegan, si hacen goles o no.
Ellos pasan de agache, siempre…