AFP | Wimbledon
La tunecina Ons Jabeur, número dos del mundo, buscará convertirse el sábado en Wimbledon en la primera árabe con un título de Grand Slam, enfrentándose en la final a Elena Rybakina, nacida en Rusia pero que participa como representante de Kazajistán.
Jabeur, de 27 años, que hasta ahora no había llegado más allá de unos cuartos de final de Grand Slam –ronda en que cayó el año pasado en Londres y en 2020 en el Abierto de Australia– ha asegurando querer ser una pionera para las jugadoras árabes y africanas: “me gustaría poder transmitir ese mensaje a las jóvenes generaciones”.
Por su parte, Rybakina, 23ª del mundo, afirma que “no esperaba a llegar a la segunda semana (de Wimbledon) y menos a la final”, después de haber caído en octavos de final en su primera participación en 2021.
Ese mismo año, la tenista de 23 años nacida en Moscú había llegado hasta los cuartos de final de Roland Garros, su mayor avance en uno de los cuatro grandes torneos del mundo.
Pero el jueves se impuso con maestría en semifinales Simona Halep. Campeona de Wimbledon en 2019, la rumana no volvía desde entonces a la hierba del All England Club londinense y se había mostrado despiadada con todas sus adversarias hasta que se cruzó con la kazaja.
“No sé cómo Rybakina va a responder al juego de Jabeur, consistente en cambiar el ritmo, cortar el ritmo con muchas dejadas”. Además “Jabeur está sirviendo bien y va a ser interesante”, afirmó Halep, preguntada acerca de su opinión sobre la final.
“No puedo decir si Rybakina pueda mantener este nivel, pero probablemente lo haga si se siente realmente confiada”, agregó la rumana.
– Determinación versus relajación –
Jabeur, que juega con el toque, las cortadas y las dejadas, cree que “tiene el juego” necesario para triunfar en la imponente pista central de Wimbledon.
Y asegura que desde su eliminación el año pasado, su “principal objetivo” para esta temporada ha sido levantar el trofeo del Grand Slam sobre hierba inglés.
“Voy a volver a por el título”, le aseguró a su equipo hace 12 meses.
“Para no mentirles, el sueño comenzó el año pasado cuando disfruté jugando aquí, disfruté del público”, dijo la número dos del mundo. “Antes no había jugado tantos Wimbledon. Normalmente era la primera y la segunda ronda” porque “la hierba es complicada pero sabía que estaba jugando bien” en esta superficie, agregó.
Este año la tunecina ganó el torneo sobre hierba de Berlín y lleva once victorias consecutivas sobre esa superficie.
A diferencia de su rival, Rybakina viene de una lesión y varios problemas de salud, por lo que no tuvo una buena preparación. Pero afirma que el no tener nada que perder le ha permitido afrontar Wimbledon “más relajada”.
Nacida y criada en Moscú, juega bajo la bandera kazaja desde 2018, cuando decidió pasarse a ese país vecino de Rusia siendo 175ª del mundo.
Una decisión que este año le permitió poder participar en Wimbledon cuando sus organizadores decidieron vetar la participación de los tenistas rusos y bielorrusos como represalia por la invasión de Ucrania por las tropas de Vladimir Putin.
Esto impidió competir a jugadores del nivel de Daniil Medvedev, número uno del mundo, mientras otros, con doble nacionalidad, optaron por cambiar de país como Natela Dzalamidze, 45ª en dobles de la WTA, que compitió por Georgia, de donde es su padre.
Jabeur reconoce haberse “imaginado a menudo pronunciando un discurso con el trofeo en mano”.
Pero si al final se impone la jugadora nacida en Rusia, el momento podría ser por lo menos incómodo para los organizadores del torneo. Multados con un millón de dólares por el circuito femenino de la WTA a raíz de su decisión de prohibir la participación de tenistas rusas y biolorrusas, Wimbledon anunció haber recurrido la sanción.