Año No. 17
Edición No. 4.845

DIRECTOR Hugo Illera
EDITOR GENERAL Fabián Buendía
EDITOR DIGITAL Lizeth Torres

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Atletismo

Karim el Hayani, corrió descalzo la Marathon des Sables

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AFP | Errachidia
Descalzo en la nieve, en el desierto y pronto en las cumbres montañosas: el español Karim el Hayani multiplica sus hazañas en pruebas extremas como el Marathon des Sables, donde recorrió sin calzado 230 km en 71 horas.

“Me dicen que hay que estar loco para hacer estas cosas, pero para mí es algo normal, crecí así”, dice el atleta que abandonó Marruecos a los 12 años buscando un futuro mejor en España.

“Cuando me encontré con los Saharaui me dijeron: ‘Nosotros vivimos aquí, vamos con sandalias ¡y hace daño! Y tu vas por ahí donde ya es complicado rodar con un 4×4′”, explica el atleta a la AFP, aún emocionado por la gesta realizada en el exigente Maratón de las Arenas.

En este trail de cinco etapas en las dunas y piedras del desierto del Sáhara, El Hayani ha hecho lo que nadie pensaba que era posible: completar la prueba completamente descalzo.

El pasado domingo, el corredor de 28 años completó los 30 km de la primera etapa en seis horas, a una media de 4,70 km/h. Necesitó 32 horas para hacer los 86 km de la cuarta etapa (a 2,65 km/h de media) y más de once horas para recorrer los 42 km de la 5ª y última etapa del viernes (a 3,71 km/h).

“La más difícil fue la cuarta etapa, me afectó mucho. La planta de los pies me dolieron durante muchos kilómetros, pero estoy sorprendido porque no me salieron ampollas en el pie izquierdo y no se me reventó ninguna en el derecho”, explicó el atleta, que precisó que lo que más le costó soportar fue… el calor.

– Récord en la nieve –

“Vivo en Canadá, donde hace menos de 37 grados. ¡Aquí es todo lo contrario”, dice El Hayani, que ya ha batido el récord del mundo de correr descalzo en la nieve.

El 3 de marzo de 2021, a menos de 13 grados, dejó la mejor marca del medio maratón (21 km) descalzo en 1h36 (homologado por Guinness World Records), es decir, rebajando en 30 minutos el récord anterior que tenía desde 2007 el neerlandés Wim Hof).

“Ahora los canadienses se ponen en contacto conmigo, un tipo que viene de Tánger, ¡para saber como entrenarse descalzos en invierno!”, bromea el atleta en francés. “Cuando llegué a España, con 12 años, solo hablaba el árabe. Ahora hablo cinco idiomas. Tuve suerte de llegar a España”.

Karim el Hayani creció en una familia pobre con sus tres hermanas y un hermano. Tenían de qué comer, pero poco más. Ya jugaba al fútbol descalzo y recuerda que observaba curioso como algunos de sus vecinos regresaban de España con un coche y bien vestidos.

Sin decir nada a sus padres, trató de pasar la frontera en varias ocasiones, escondido en un autobús, un barco o un camión.

– “Te juegas la vida” para ir a España –

“Es un viaje en el que te juegas la vida; vi a otros chicos morirse a mi lado. Cuando la policía marroquí te atrapa, te pegan en la cabeza para que no lo vuelvas a hacer. Pero era mi sueño, el de tener un futuro mejor”.

Al final logró que le aceptaran en un orfanato y después en un centro para menores. “Aprendí cocina y comencé a practicar el atletismo, lo que me ha llevado por la vía buena en la vida”.

Descubierto en una carrera de campo a través, Karim el Hayani no ha dejado desde entonces de correr. Sin zapatillas deportivas, primero lo hizo con sandalias y después descalzo, que es como mejor se siente.

Especialista de las carreras en montaña, ganó la Copa de España (2013), el ultra-trail Javelina Jundred (100 km) en 2015 y la Coldwater Rumble (50 km) en 2017.

Un día decidió abandonar España para aprender francés en Montreal y después el inglés en Alberta, donde vive actualmente. “Me ganaba bien la vida, pero no lograba relacionarme con los atletas internacionales que me encontraba, me sentía estúpido” al no hablar idiomas.

“Lo vendí todo. Solo tengo una maleta, una mochila pequeña, una bicicleta, unos esquíes y unas raquetas porque vivo en Canadá. Y sin facturas. A los 50 años quiero mirarme y decir: ‘He vivido'” experiencias únicas.

Su próximo objetivo es el de convertirse en el primer humano en ascender descalzo a la cumbre más alta de México, el Pico de Orizaba (5675 m) a final del verano.